martes, 21 de junio de 2016

VOTAR O NO VOTAR, ÉSA ES LA CUESTIÓN


Votar o no votar, ésa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, dejarse llevar por el natural escepticismo y renunciar a la acción para sufrir los injustos decretos de unos gobernantes elegidos por otros, u oponer nuestros votos a ese torrente de calamidades eligiendo a quien no nos gusta para evitar a los que detestamos? Votar es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño creeremos que podemos acabar con las aflicciones y los innumerables dolores? Votar es dormir… y tal vez soñar. Sí, el sueño nos invita a imaginarnos dueños de nuestros destinos por el limitado espacio de tiempo de una legislatura. ¿Quién, si no fuese así, soportaría la cola y la lentitud de los presidentes de mesa, el tedioso recuento adobado con los comentarios de los tertulianos de siempre, el mal pagado amor de nuestros gobernantes por nuestras ya depositadas papeletas? Pero, ¡la hermosa tecnocracia europea! Graciosa matrona, ¿qué hará ella con nuestro voto?

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