domingo, 5 de enero de 2014

AVERNUM. 25 RUTAS AL INFIERNO de JOSÉ ANTONIO APOLO

Dependiendo de las diversas culturas y las distintas religiones que lo definan, el infierno puede ser un lugar físico, un territorio mítico o un estado de sufrimiento; del mismo modo que puede adoptar múltiples nombres e incluso cambiar el aspecto de los monstruos o dioses que lo habitan. En cualquier caso, todos estos avernos coinciden en un mismo punto, siempre son el lugar en el que las almas de los condenados son castigadas eternamente.

Como Virgilio hace con Dante en el infierno compuesto por nueve círculos concéntricos que duerme en las entrañas de la Tierra en La Divina Comedia, José Antonio Apolo nos ofrece sus servicios como guía turístico del Tártaro, invitándonos a una excursión por veinticinco rutas por el corazón del abismo que coinciden con otras tantas historias reales. Pero a diferencia del creado por Dante, los veinticinco infiernos que él nos muestra son terrenales y tangibles. Porque es cierto que la morada del mal puede encontrarse en un lugar geográfico, pero también puede habitar en la mente desquiciada del psicópata que asesina por necesidad o por placer, para acabar materializándose en la pesadilla real que viven sus víctimas. Hay infiernos habitados por voraces bestias de carne y hueso, y otros creados por la ambición y la crueldad humanas. Sea como fuere, ninguno de ellos hay que buscarlos lejos de este mundo. Todos están más cerca de lo que creemos, acechándonos pacientemente, perfumando de azufre nuestra vigilia.

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