domingo, 29 de abril de 2012

APUNTES DE JAZZ (especial 30 de abril de 2012. Primer Día Internacional del Jazz)


Fui aprendiendo a amar la música clásica las mañanas de domingo, en las que mi padre nos desperezaba con los acordes de las composiciones para ballet de Tchaikovsky, las sinfonías de Beethoven o las arias de Carmen. Mi relación con el rock fue, sin duda, más generacional. Fruto de una camaradería juvenil deseosa de compartir experiencias y subrayar la propia personalidad a través de la pertenencia al grupo.
Sin embargo, la conversión al jazz fue, desde el principio, mucho más íntima, más personal. Lo fui descubriendo de forma intermitente, a base de robarle espacio a la risa en las películas de Woody Allen, en las que siempre sonaba de fondo algún standard de los años dorados del jazz, o practicando el nomadismo radiofónico en busca de sonidos diferentes, menos convencionales.
Entré al jazz por las puertas que me abrieron Duke Ellington y Billie Holiday, Billie Holiday y Duke Ellington (no sabría decir el orden exacto). Me quedé prendado del ritmo perfecto que destilaban las orquestas del Duque, del sentimiento que se condensaba en la voz rota por la tristeza de Lady Day. Y así, sin darme cuenta, fui enamorándome del jazz. Transitando, al principio, por sus caminos menos escarpados, descubrí el ritmo festivo de los sonidos más clásicos procedentes del Nueva Orleans de principios de siglo o el Chicago de los años 20. Visité la luna con el verdadero Armstrong, el de piel oscura y trompeta imperial, y con la guitarra gitana de Django Reinhardt. Me balanceé al ritmo de swing de las grandes orquestas y me prendé del sonido cool de la trompeta de Miles Davis o el saxo de Stan Getz.
Poco más tarde, cuando ya estaba preparado para dar el salto, el saxo vertiginoso de Charlie Parker inyectó en mis venas el bebop con la misma avidez con la que él se inyectó la muerte en las suyas. Suerte que el talento de Bird daba para cambiar la historia de la música en solo unos años. Ahí se abrieron para mí las compuertas del jazz de forma definitiva. Y asistí a la reinvención de las armonías de la mano de Monk, y lloré, con décadas de retraso, la muerte de Clifford Brown y del hermano pequeño de Bud Powell, Richie, en el maldito accidente de coche que nos llevó a recordar a Clifford para siempre en una balada. Bailé a ritmo de funky con Herbie Hancock y Cannonball Adderley. Me convertí al sacerdocio de los Jazz Messengers y me enamoré al compas de 3 por 4 del waltz que Bill Evans dedicó a su sobrina Debbie. Me reconcilié con Sinatra, al que mi falsa pose moderna de roquero a punto estuvo de llevarme a negar tres veces, y ahora lo llevo bajo la piel de por vida. Enviudé de la trompeta de fuego de Lee Morgan, que tocaba como si supiese que habría de morir joven por culpa de los celos y quería tocarlo todo en una noche. Abracé toda la música del mundo en el saxo de Coltrane, que se encarnó en la garganta prodigiosa de Kurt Elling. Como el jazz, me fusioné con la bossa y los ritmos caribeños, o con los sonidos clásicos del Modern Jazz Quartet o Dave Brubeck. Y fusionando y mezclando recuperé el rock progresivo escuchando a Weather Report y volví a mis raíces en el piano flamenco de Chano Domínguez, en el que el clavel del jazz florece de forma espontanea.
Ya solo me queda aconsejaros que no cerréis vuestras ventanas al origen afroamericano de toda la música popular del siglo XX. No os neguéis al jazz. Él sabrá encontrar la fusión adecuada para que vuestros oídos se acostumbren y enferméis, como yo, de su rítmico virus sincopado. Como enfermó la música de George Gershwin o de Stravinsky, la de Frank Zappa o The Police. Y si no me creéis, escuchadlos atentamente.

LETAL COMO UN SOLO DE CHARLIE PARKER de JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ (especial 30 de abril “Día Internacional del Jazz”)


Novela negra al más puro estilo Dashiell Hammett o Raymond Chandler, que arranca en los años 90 con Eddie el Figura, un tipo duro con los 70 ya cumplidos (imaginen a Clint Eastwood en Gran Torino o a Robert Mitchum en Adios muñeca y desparecerá esa mueca de incredulidad de sus caras) narrándole a una joven periodista sus peripecias a mediado de los años 50 mientras investigaba el asesinato de dos chicas en Las Vegas, meca del juego y los asuntos turbios.
En sus páginas coinciden personajes reales como John Wayne, Sinatra, Dean Martin, John Roselli, Sam Giancana o Howard Hughes, con otros de ficción, no tan ficticios. Tipos duros, gangsters, estrellas de Hollywood, mujeres con curvas de infarto e historias de músicos de jazz (como la anécdota de los saxofonistas Charlie Parker y Louis Jordan que da título al libro). Todos los ingredientes de la mejor novela negra, incluidos unos diálogos tan agudos y rápidos como la trompeta de Dizzie Gillespie.

miércoles, 25 de abril de 2012

LOS DETECTIVES SALVAJES de ROBERTO BOLAÑO


Pese a su temprana muerte (murió en 2003 con sólo 50 años), este escritor chileno es, sin duda, uno de los autores más influyentes de la narrativa actual. Los Detectives Salvajes es una novela que narra la historia de un grupo poético autodenominado “realismo visceral”. Se trata en realidad de un homenaje al infrarrealismo, movimiento poético al que perteneció el propio Roberto Bolaño.
Cuenta cómo Arturo Belano y Ulises Lima se embarcan en un viaje en busca de una misteriosa escritora, Cesarea Tinarejo, desaparecida en México justo después de la revolución. Este thiller metaliterario, salpicado de un humor iracundo, está narrado en forma de diario en sus partes primera y tercera, mientras que la segunda queda construida a base de fragmentos de personajes relacionados con el “realismo visceral”.  
Publicada en los estertores del siglo XX, esta novela abrió nuevas vías narrativas que recorrer en el recién estrenado siglo XXI.

domingo, 22 de abril de 2012

EL VIAJE DE BALDASSARE de AMIN MAALOUF


Corre el año 1666 y surgen los iluminados que anuncian la llegada del apocalipsis. Baldassare es un mercader descendiente de genoveses afincado en el Líbano, que vive una vida tranquila huyendo de sobresaltos y cambios. Pero cae en sus manos un libro que, según los voceros de la catástrofe, podría servir de protección ante la inminencia del fin del mundo. El tranquilo Baldassare se ve arrastrado a un viaje delirante que cambiará su vida.
Amin Maalouf dibuja con maestría una divertida sátira en esta novela histórica sobre unas profecías que, pese al paso de los siglos y a los avances sociales, políticos y científicos, siguen encontrando eco hoy día en más oídos de los que uno podría pensar.

jueves, 19 de abril de 2012

ENSAYO SOBRE LA CEGUERA de JOSÉ SARAMAGO


Una ceguera blanca se extiende como una plaga de forma fulminante. Los ciegos, internados en cuarentena, tendrán que enfrentarse al aspecto más primitivo de la naturaleza humana: una voluntad de supervivencia que choca con las reglas fundamentales de la ética, teniendo que enfrentarse a aquellos que desean imponer la voluntad de los más fuertes.
Esta obra de ficción es una angustiosa fábula sobre nuestra sociedad y la responsabilidad que comporta ver cuando otros no pueden. Solo la solidaridad y el afecto, la capacidad de compartir, organizarnos y reformular nuestra forma de amar nos podrán salvar del inevitable cataclismo.
Una las obras capitales del premio nobel de literatura portugués José Saramago.

domingo, 15 de abril de 2012

ARTICUENTOS de JUAN JOSÉ MILLÁS


En este volumen, publicado por Seix-Barral, se recogen los Articuentos que Millás ha ido publicando en prensa escrita a lo largo de los últimos años. El articuento es una mezcla de artículo periodístico y relato breve, que bebe de la realidad, a veces cotidiana, a veces periodística, para sumirnos en la irrealidad rutinaria y darnos a conocer el personaje más logrado de su autor, el propio Juan José Millás.

jueves, 12 de abril de 2012

EL PERSONAJE OMNISCIENTE un relato corto de MANUEL VALDERRAMA DONAIRE


Cuando el lector ve el nombre de José Liger Burgos impreso, no puede evitar pensar en su única y póstuma novela, El Personaje Omnisciente, ni, por supuesto, en las extrañas circunstancias que rodean su muerte, aún no resuelta por la policía. Con estas páginas, mi intención no es otra que arrojar luz sobre ésta, a sabiendas de que la clave para desentrañar el misterio está, como adivinarán sus lectores, encerrada en los dos últimos capítulos de su novela.
De todo el mundillo literario es conocido que la bien ganada fama de José Liger Burgos nace con sus agudos ensayos, muchos de los cuales, son hoy de consulta obligada en las mejores universidades. Especialmente su conocida trilogía hispanoamericana: La locura como fórmula de sistematización en Sábato; Carpentier y García Márquez, Los Pasos Encontrados, y, por supuesto, Borges; El escritor demiurgo. En cualquier caso es importante reseñar que siempre evitó la ficción, pese a poseer, como podemos corroborar sus compañeros de estudios, un espíritu altamente creativo. Su huida de la ficción comenzó en su etapa como estudiante universitario, lo que me contó confidencialmente en una confesión que en su momento no supe entender en toda su dimensión.
Me contaba José que siempre había sentido la necesidad de escribir una novela que reformulara el género en lengua castellana. Una especie de Ulysses del siglo XXI, pero que siempre se topaba con el mismo problema. A mitad de la novela, sus personajes acababan cobrando vida propia y se rebelaban contra el totalitarismo omnisciente del narrador, al que indefectiblemente asesinaban, creciendo a partir de este momento el relato de forma caótica y caprichosa, según el deseo de los personajes que consiguieran adueñarse del papel del narrador, aunque solo fuese de manera temporal. Había probado con todo tipo de narradores. El narrador parcial se mostraba débil desde el inicio mismo del relato y era arrinconado, maltratado, vejado y, finalmente, asesinado por los personajes más fuertes y menos escrupulosos. El narrador testigo también invitaba al crimen, con mayor celeridad si cabe, al compartir escenas con el resto de personajes, lo que facilitaba el “narricidio”. Tampoco servía de nada narrar por medio del monólogo interior, puesto que el pobre narrador era lobotomizado sin piedad. Ni siquiera el uso de múltiples narradores solucionaba el problema, muy al contrario lo agravaba, pues devenía en asesinato múltiple.
Ante tal adversidad, José decidió abandonar definitivamente la ficción para volcarse con éxito en la crítica literaria. Su inteligencia y su capacidad de diseccionar las obras cual cirujano hicieron de él una de las voces más autorizadas, sino la más, de todo el panorama literario actual. No obstante, el anhelo de volcar su creatividad en la ficción nunca llegó a abandonarlo por completo; hasta que el verano pasado me anunció su intención de retomar, para su desgracia, el viejo empeño. Creía haber descubierto la fórmula definitiva para evitar el previsible motín de sus personajes. Había inventado, decía él, la figura del narrador arquitecto; como mero soporte de la estructura del relato. Ésta, la estructura, debía tener una complejidad extrema con el objeto de que el narrador no se viera tentado a tomar las riendas argumentales de la novela, que descansarían en la figura de un personaje omnisciente, Andrés, que complementaría la labor narrativa desde dentro, desde el corazón mismo del relato, pero sin voz narrativa.
El experimento funcionó a la perfección en los primeros cuatro capítulos; pero, para sorpresa de José, en esta ocasión fue el narrador el que se rebeló contra la omnisciencia del personaje de Andrés en el fatídico capítulo cinco, en el que le tiende una trampa mediante una estructura tan compleja e intricada que Andrés acaba ahogado en una narrativa caleidoscópica con una apariencia oval que ocultaba las afiladas aristas en las que acabó perdiendo su ficticia vida.
Pero lo peor estaba por llegar en el definitivo capítulo seis, que es un juego estructural sin argumento narrativo, un juego laberíntico en el que el propio narrador se pierde, incapaz de llevar las riendas del relato. Al final del capítulo, consciente de la imposibilidad de continuar con el desarrollo de la novela, ataca por sorpresa al autor, al que asesina de forma despiadada renunciando así a su propia existencia.
El sorprendente desenlace no solo no ha impedido que esta obra genial de José Liger Burgos se haya convertido en un éxito incontestable, uniendo a crítica y público en una sintonía hasta hoy desconocida; sino que ha fortalecido la idea de que El Personaje Omnisciente marcará un antes y un después en la historia de la literatura universal.
Sin embargo, el cuerpo sin vida de mi amigo José sobre el manuscrito de su única novela me lleva a pensar que el precio de su inmortalidad haya sido, tal vez, excesivo.


domingo, 8 de abril de 2012

LIBERTAD de JONATHAN FRANZEN


A través de la historia privada de lo Berglund, una familia del Medio Oeste de Estados Unidos, Jonathan Franzen desgrana las últimas décadas del país más poderoso del mundo, al tiempo que nos hace reflexionar sobre las consecuencias de la libertad, tanto individual como colectiva, y su verdadero significado. Todo narrado con una cuidada precisión y un sutil juego de puntos de vista, poniendo de manifiesto la maestría de uno de los autores más cotizados de la nueva escena literaria norteamericana.

miércoles, 4 de abril de 2012

EL VIGILANTE DEL FIORDO de FERNANDO ARAMBURU


Conjunto de ocho relatos de Fernando Aramburu entre los que destacan Carne Rota, un hermoso mosaico de pequeños relatos sobre los atentados del 11-M en Madrid; el que da título al libro, El Vigilante del Fiordo, en el que el protagonista nos enfrenta de nuevo a la pesadilla del terrorismo y sus angustiosas consecuencias; Lengua Cansada, con un narrador adolescente de padres divorciados que nos cuenta sus peculiares vacaciones con su padre; o Mi Entierro, en el que el narrador relata su muerte y sus experiencias como fallecido hasta el momento de ser enterrado.

lunes, 2 de abril de 2012

CORAZÓN TAN BLANCO de JAVIER MARÍAS


Normalmente el primer capítulo de una novela debe estar escrito de forma que al lector le despierte el apetito de seguir leyendo el libro que tiene entre las manos. Sin embargo, cuando leí Corazón tan blanco la fuerza del primer capítulo era tal que me quedé atrapado en las primeras páginas, releyéndolas una y otra vez, sin ser capaz de salir de ellas. Durante una semana, no pude leer otra cosa que no fuera ese capítulo rotundo, que empezaba y terminaba en sí mismo, como una novela contada en un instante, como un instante contado en una novela. Quedé atrapado entre sus páginas, hasta que el capítulo quedó grabado en mi memoria de teflón, en la que de costumbre no se pega nada.
Solo al cabo de una semana pude vencer la fuerza hipnótica del primer capítulo y me sumergí en el segundo, que también resultó ser una historia que comenzaba y acababa en sí misma. Aterrado ante la posibilidad de volver a quedar atrapado en una espiral interminable, me precipité sobre el siguiente capítulo en el que ya arrancaba el relato de forma más convencional.
La novela la leí a dentelladas urgentes, sin paladearla, sintiendo un vértigo impreciso, una necesidad inexplicable de apurar sus páginas para poder sumergirme de nuevo, como imagináis, en la lectura circular y reiterada de su primer capítulo.
Todavía hoy, años después, me acerco de forma periódica a la estantería y saco mi viejo ejemplar de bolsillo para releer las páginas gastadas por la erosión continua de la caricia de mis ojos sobre la letra impresa y me sumerjo en la lectura de ese primer capítulo de belleza hipnótica, que es lo más parecido a la perfección narrativa con lo que me he topado en mis dilatados años como lector.
CONCURSO LITERARIO: ¿Qué famosa obra de William Shakespeare da título al libro?