Pi es profesora de matemáticas y da nombre a los hombres de su vida por el
número que les corresponde en riguroso orden de aparición, con tal precisión
que estos acaban compartiendo las características de la cifra que les toca.
Lógico, si tenemos en cuenta que el azar no existe. Trece es un número primo y
diferente, considerado proveedor de la mala suerte, pero también es un hombre
distinto, hasta el punto de no parecer un hombre, al menos no uno más.
La luz de la
mesita de noche es un cuento adulto en el que la poesía y las
matemáticas se entremezclan como lo femenino y lo masculino, sin llegar a ser
dos, siendo uno más uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario